Entrena tu mente: aprende a controlar tus pensamientos

Quién pone en marcha tus movimientos, quien define la técnica, quién te apoya en los momentos duros, quién elige, quién toma decisiones, quién verbaliza contigo mismo para que mantengas la concentración en cada movimiento, quién visualiza la jugada, el triunfo, quién? La mente, los pensamientos, tu cerebro, esas millones de neuronas que mandan «imputs» a todas partes de tu cuerpo.

La mente es poderosa, la tuya también. Pero muchas veces la mente te puede dejar en el camino. Pasa de ser tu mejor aliada, a tu peor enemiga. El cerebro es responsable, ejecutor, organizador, visionario, mandón. El cerebro lo es todo. La mala noticia es que dependes de él para tener éxito, tanto en la vida como en el deporte. La buena noticia, es que el cerebro se entrena, igual que lo haces con tu cuerpo.

Te voy a hacer una pregunta que leí en un libro sobre entrenamiento mental, ¿en qué porcentaje interviene tu mente en el éxito deportivo? Imagino que si eres runner, nadador, jugador de golf, estarás pensando en un porcentaje alto, seguro que piensas que más del cincuenta por ciento es mental. Si eres jugador de fútbol, baloncesto o de cualquier otro deporte de equipo, igual has pensado en un porcentaje menor. Lo cierto es que la mente interviene siempre. Te permite concentrarte, tomar decisiones, sentirte seguro y confiando, estar atento, elegir los pensamientos adecuados, y esos pensamientos generan emociones. Dedicas tiempo a entrenar la técnica, el físico, tu alimentación, las jugadas de estrategia, ¿pero cuánto tiempo inviertes en entrenar tu mente? NADA. Si la mente participa en tus entrenamientos y competiciones, es el momento de que le prestes atención.

Aprende el idioma del éxito

Los pensamientos son el tambor, los que llevan el ritmo de todo. Así como piensas, actúas y sientes. Ni más ni menos. ¿De verdad que vas a dejar en manos del destino o de tus hábitos, cómo enfrentarte mentalmente a tu deporte, a tus retos, en definitiva, a tu vida? Claro que no, lo vamos a entrenar juntos.

Lo primero que necesitas es ponerte el chándal del cambio, creer que otra mente poderosa es posible, que tienes la capacidad de elegir con qué vas a rellenar el depósito de los pensamientos. ¿Sabes hablar el idioma del éxito? Lo primero que necesitas para expresarte bien, es un vocabulario amplio. Así que sustituye todos tus: «No puedo, estoy agotado, es que me duele, me da pereza, no llego, a mi edad dónde voy, no he salido y ya estoy nervioso…» por un vocabulario que te empuje, te genere pasión, te centre en lo que suma y en lo que depende de ti: «Vamos, he entrenado bien, estoy preparado, vengo a disfrutar, doy lo que puedo, el cansancio se irá yendo si sigo corriendo a mi ritmo, me encanta esta sensación de darlo todo y llegar muerto a casa». Cuando centras la atención en lo que te gusta, en las sensaciones, en verbalizar lo que estás haciendo, estás eligiendo cómo te quieres sentir. Recuerda: tú eliges tus pensamientos. O piensas en cómo vas a fracasar o piensas en cómo vas a seguir luchando. Pero las dos alternativas en el cerebro son incompatibles.

Si toda la vida has sido alguien derrotista, que se viene abajo a la primera de cambio, que ve más limitaciones que oportunidades, tienes que cambiar la forma de hablarte para poder disfrutar. ¿A qué has venido a este mundo, a sufrir? No, claro que no. Te has acostumbrado a hablarte de una manera que te perjudica, piensas que así te anticipas al fracaso para que luego no te duela, y que es una manera de protegerte. Pero te equivocas. Pensar de forma catastrófica te prepara para fracasar. Al fin y al cabo es el mensaje que le estás dando a tu cerebro, le estás metiendo las coordenadas para que esté pendiente de las molestias, de los kilómetros que quedan en lugar de los que llevas y de las sensaciones de cansancio en lugar de las que te dan satisfacción. Y el que lo busca, lo encuentra. Todo aquello a lo que prestas atención, se expande.

¿Hacia dónde te quieres dirigir?

Tu cerebro funciona como un GPS, solo tienes que meterle la dirección correcta para que tus piernas y brazos te lleven al destino. ¿Qué deseas hacer? ¿Cómo te quieres sentir? Estas son las preguntas que tienes que contestar.

Pon por escrito tu objetivo para la sesión de hoy, y descríbelo de tal forma que el objetivo dependa de ti. Dirige el objetivo hacia el rendimiento, la técnica, la actitud, pero nunca al resultado. Mira el ejemplo:

Hoy me comprometo con: «Disfrutar de la carrera, estar atento al braceo, impulsarme con los brazos y sentir como fluyo cuando corro».

Y para estar pendiente de tu objetivo, te dirás a ti mismo mientras corres: “Disfruta, fluye, bracea, estás aquí, ahora, en tu carrera, siente tu cuerpo fuerte, ágil, como si flotaras”.
Es imposible que estés centrado en disfrutar y hacer lo que tienes que hacer y que a la par tengas pensamientos negativos que te bloquean o que te hagan sentir mal. No es compatible a nivel cerebral ambas tareas: O piensas en lo que te gusta y disfrutas o piensas en lo que te aleja. Tu única tarea consiste en aprender a hablarte en el idioma que te permite estar en el presente, con conciencia, disfrutando y dejándote llevar.

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